¡Se les ve el pene y la vulva! ¡Que indecencia!

Si, esto es lo que muchísimas personas claman cuando ven un cuerpo desnudo. Y no sólo en una playa, o en una caminata senderista, o en una carrera deportiva nudista…el mismo efecto nudofóbico se despierta cuando aparece un desnudo integral en una película, en una escultura contemporánea, en una fotografía….

Y no somos conscientes que es la propia sociedad la que empieza a educarnos desde niños a demonizar nuestra propia desnudez. Que es algo reprobable, que mostrar nuestros genitales en público sólo está reservado para el sector social más depravado e inmoral o para crear anuncios de perfumes que esperan generar una respuesta subversiva.

Todo sería más fácil si nuestro sexo pudiera hacerse invisible a antojo. Porque aunque el nudismo, y nuestra forma de entenderlo, no está sexualizado, lo cierto es que el verdadero problema de mostrarse desnudos es que nuestros órganos sexuales van en el lote.

¡Los penes son malos! ¡Las vulvas y las vaginas son una aberración! Eso, tristemente, es lo que la actual corriente social que mueve el mundo, a través de la política, los medios de comunicación, las redes sociales, etc… nos viene inculcando desde que comenzamos a tener conciencia de nuestro entorno.

Que un desnudo donde se muestre nuestro sexo sólo sirve para crear una reacción fuera de lo común y una expectación destinada a llamar la atención.

Y nada más alejado de la realidad para los que elegimos estar desnudos cada vez que queremos estarlo, que lo hacemos porque es la manera más sana y natural de disfrutar de nuestros momentos de ocio, de nuestra libertad y de nuestro derecho a la libre elección.

Y, como decimos, todo empieza desde nuestra niñez. Juguetes infantiles que carecen de genitales, comics juveniles donde se censuran los órganos sexuales de sus protagonistas…

Y esto sólo puede ir a peor, viendo ciertas actitudes políticas y los ideales de los que manejan el mundo.

Por eso, es importante que las familias eduquemos a nuestros integrantes, que formemos a nuestros hijos en la normalidad de un cuerpo desnudo. Que un pene, una vulva, una vagina, un pezón o unos glúteos forman parte de nuestro ser y que el no esconderlos no es ni aberrante ni obsceno ni algo que deba crear expectación, sino algo natural y totalmente saludable.